Opinión sobre el mercado de China

Economía Pergamino

El Lic. Lisandro Mogliati tuvo oportunidad de visitar al gigante asiático y comparte en este artículo sus opiniones.

Durante las últimas tres semanas tuve la oportunidad de viajar a China y visitar varias ciudades en un periplo de negocios e inmersión en la cultura oriental que logró cambiar mis paradigmas acerca de la realidad de este enorme país.

China es si lugar a dudas, un excepcional mercado para el comercio mundial e imperiosamente nuestro país debe trabajar en forma conjunta entre el sector público y el privado, para incluir y diversificar la oferta exportable argentina, transformando nuestra posición comercial de proveedor de materia prima agrícola a productos con cierto grado de industrialización, como así también a manufacturas orientadas al consumidor final chino que ha visto en los últimos años, acrecentado su poder adquisitivo.

Viajando desde la Provincia de Cantón (Guangzhou) a la modernísima Shangai, pasando por Hong Kong y la capital china, Beijing, pude descubrir un país que no dejó de sorprenderme en todo momento y en todos los aspectos que uno puede llegar a analizar en este tipo de viajes exploratorios y que suelen ser los preludios necesarios para poder identificar oportunidades de negocios.

Unos 1.370 millones de habitantes tiene China y esta cifra que asusta, en realidad ofrece enormes oportunidades para las exportaciones desde cualquier punto del planeta.

Esta nación oriental, a partir de una organización centralizada y dirigida por el Partido Comunista Chino, no deja al libre albedrío del liberalismo global sus destinos y desde la crisis financiera internacional de 2009, que trajo aparejada una notoria desaceleración de la economía mundial en los últimos años, China, lejos de quedarse esperando una reactivación global que no llega, viró su estrategia y ha puesto énfasis en un modelo de crecimiento que fomenta el consumo interno.

Esta situación  impulsa las exportaciones globales que se orientan a ese mercado, una oportunidad que Argentina no debe dejar pasar como proveedor de valor agregado y calidad en sus manufacturas agroalimentarias prioritariamente.

Una postal de las ciudades chinas que me tocó visitar, dan cuenta de uno de los pilares de su economía, la construcción, que junto a la industria manufacturera aportan cerca del 50 % del PBI nacional.

Si bien el “boom” de las industrias deslocalizadas a escala global que instalan sus procesos manufactureros en China ha mermado (a partir del crecimiento de los salarios en ese país), la industria sigue siendo una fuente vital  para el desarrollo chino y sobre todo para la inclusión de mano de obra con una mejora ostensible en su calificación laboral.

El mito de que los chinos trabajan por “un plato de arroz” ha quedado derrumbado (tal haya sido una realidad en el pasado) y ese país se ha transformado en una nación que logró insertar a gran parte de su población al mercado laboral, con niveles de salarios que han ido en aumento y que posibilitan a su vez hacer sustentable el modelo económico que prioriza el consumo interno, a partir del acceso de sectores sociales que estaban postergados.

Si además consideramos que China cuenta con una industria competitiva y orientada a la exportación en su génesis y que presenta como particularidad una inusitada agresividad comercial de los agentes que operan en las empresas internacionalizadas, estamos asistiendo a un proceso inmejorable de desarrollo económico y que si bien China registra una desaceleración relativa en sus cifras de crecimiento, el año 2015 registró una expansión cercana al 7 %, la cual, en una economía que mueve más de 11 billones de dólares anuales, los números siguen siendo altísimos y dan cuenta de un mercado fenomenal en términos de oportunidades para el comercio y la inversión.

El sector externo chino muestra que si bien las importaciones sufrieron un retroceso en 2016 respecto a 2015 (retrayéndose un 6 %), el dato relevante es que en la última década crecieron un 66 % las compras externas, una cifra fabulosa en términos de los números racionales que se manejan en el comercio internacional.

En cuanto a la balanza comercial con Argentina, nuestra situación es compleja, en 2016 el déficit de nuestro comercio con China (si bien se redujo) sigue por encima de los 6.000 millones de dólares, si a ese dato le añadimos que de nuestras exportaciones (algo más de 4.400 millones) en el año 2016 (700 millones menos que en 2015) un 63 % del total exportado por Argentina corresponden a porotos de soja, nuestra posición competitiva y la diversificación exportadora a China es aún muy pobre, destacándose el crecimiento en los últimos períodos de la venta de carne bovina, productos de mar, carne aviar, aceites de maní y girasol, cueros y vinos, que aparecen como ítems que prometen mejorar la situación de nuestra balanza comercial con el gigante asiático.

Evidentemente el crecimiento interno de China y el acceso de los sectores medios al consumo, brindan posibilidades que antes no aparecían en todo su potencial para países que, como Argentina, presentan oportunidades y potencial productivo en el campo de los alimentos.

El desafío de nuestro país en este contexto debe mutar de la posición exportadora básicamente de “commodities” agrícolas a productos con valor agregado, orientados al consumidor final y también al aprovisionamiento de insumos para la industria china de alimentos en expansión que requiere de ingredientes y componentes de calidad para satisfacer a un mercado cada día más exigente y demandante.

Una oportunidad más que aparece en el horizonte del desarrollo agroalimentario argentino, una chance más que en este contexto de complejidad global y local, es imperativo no dilapidar.

Lic. Lisandro Mogliati
Gestión de Negocios Internacionales
Comercio Exterior