“Brecha salvaje”: advierten que la suba del dólar blue tendrá un fuerte impacto en el campo

Agro

Expertos del sector señalaron que la escalada del mercado informal podría llevar a una inflación en dólares en los principales insumos que utiliza la producción.

La suba del dólar blue de los últimos días puso nuevamente en alerta al sector agropecuario. Si bien, y en teoría, los insumos se pagan al valor oficial de la moneda, expertos consultados por LA NACION advirtieron que esta situación llevará a una inflación en dólares en los productos importados para el campo.

A dos meses de las PASO, en lo que va del mes de julio la divisa norteamericana tuvo una escalada de $14 y alcanzó los $182. Este panorama provocó una preocupación extra en los productores porque la brecha es cada vez más grande e impacta de manera directa en su ecuación económica. A las retenciones, restricciones cambiarias impuestas por el Banco Central y la presión fiscal, ahora se suma el aumento del dólar en el mercado informal.

Los ejemplos que mencionan los expertos están a la vista: los US$4,2 que se pagaba el año pasado por el litro de glifosato hoy se comercializa un 108% más, US$8,8; la tonelada de urea pasó de 387 dólares en promedio en 2020 a 620 dólares, un 60% más. La lista continúa: el fosfato pasó de 467 a 840 dólares y los 1000 metros de alambre 17/15 que se pagaba unos 84 dólares el año pasado en la actualidad se abona 161 dólares, un 91% más, informaron.

En este sentido, la brecha superior al 80% llevará indefectiblemente a restricciones en la importación que opacará los mercados y donde los importadores podrían retener productos hasta que el dólar oficial “camine hacia un valor lógico”, indicó una fuente consultada.

“No es cuestión del valor del dólar sino al precio que venden los importadores. Para comprar el mismo producto se necesita más nivel de producción. La relación de insumo producto es lo que cuenta”, agregó.

Para Matías Lestani, director del Departamento Económico de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), el tema es preocupante porque, previo a la campaña gruesa (se inicia en septiembre con la siembra del maíz), “rápidamente los valores de los insumos se incrementarán entre un 3% y un 5%”.

“Este ancla cambiaria que puso el Gobierno para contener la inflación y que permanecerá por lo menos hasta enero del año que viene conducirá a que quien quiera insumos los deba pagar más caro para conseguirlos”, describió a LA NACION.

“Por lo que el productor comprará con un dólar muy alto y cuando venda su producción lo hará a un dólar pisado por la intervención viciosa del Gobierno en la economía. Va a pasar lo mismo que sucede con la compra de neumáticos. Si los precisás, el valor lo ponen los importadores”, añadió.

Por su parte, Martín Nava, analista financiero de AZ-Group, habló de una “brecha salvaje” que comenzará a tener efectos nocivos inmediatamente. “Cuando los dólares paralelos empiezan a despegarse de la moneda por la cual se intermedia y se comercializa las importaciones y las exportaciones, automáticamente se complican las importaciones porque hay importadores que por el cepo a veces no consiguen las divisas oficiales para importar y lo deben hacer a valor blue y eso indefectiblemente se traslada a inflación y tiene impacto en el agro”, dijo. Recordó que en alguna oportunidad una situación similar hizo subir el precio en dólares de los fertilizantes importados.

En este contexto, el economista de CRA indicó que no se disparan aun más los precios porque en el mercado de semillas y agroquímicos hay suficiente productos al menos para una campaña y media. “No sube un 30% porque en la cadena comercial de protección de cultivos y de semillas hay stock para encarar la campaña tranquilamente. Salvo los fertilizantes o fosforados que vienen de afuera, donde la cosa sí puede estar más complicada”, indicó. Señaló que es fundamental que se regularice el aprovisionamiento de insumos de importación porque al no estarlo “la incertidumbre es mayor y se pierde el parámetro relativo de precios”.

Otra consecuencia que podría ocurrir es que el productor de granos, cuando ya cumplió sus compromisos y consiguió financiamiento para honrar esos compromisos, deberá evaluar qué incentivos va a tener para vender trigo, soja, maíz y girasol, independientemente de la evolución del precio en sí mismo, sabiendo que vende a un dólar de $100 (con retenciones el valor es más bajo todavía).

“Eso genera un proceso de retención porque el productor pierde el incentivo y por carácter transitivo, espera una devaluación, donde se corrija el valor del oficial con respecto a los dólares financieros”, aseguró Nava.

La Nación Campo